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A 34 grados
Domingo, 13 horas, me levanto tarde y busco en la cocina algo para beber. No saldré, nunca me han gustado las tardes soleadas, sin nubes… Desde mi ventana descubro tu presencia, a través de la timidez de la persiana. Estás ahí, tirada al sol, sola. Nadie ha reparado en ese abandono injustificable. Los muchachos, agobiados por el clima, se han ido. Te miro de nuevo, me retiro de la ventana pero tu imagen me angustia, se queda y se acomoda para no dejar lugar a otros pensamientos. Y es que no entiendo todavía cómo es que nadie te cogió, cómo te dejaron ahí con todo y el vestido rojo, tan conocido, cómo te dejaron llena de tu deliciosa esencia, de tu dulzura, de tu imagen fresca, sobre todo en estos días de abril. Los muchachos han regresado, seguramente ahora, después del sol, nadie se interesará por ti. Porque en estos casos el sol te hace estragos, lo sabemos. Y después de anoche, qué deseos de tomarte, de saltar la barda, de guardarte en mi refrigerador, querida coca-cola. Elizabeth San Juan, Ciudad de México
Id: 1497 Data: 28/05/2012 00:18:14
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